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Bolsillo Escritos. Me gusta, no me gusta.

Me gusta, el paseo en bicicleta por las calles bañadas del sol al caer la tarde. Con Cala pisándome los talones (o serían pedales?). Menorca, marzo 2025.

En el curso de escritura que hice el año pasado, hicimos un ejercicio para ayudar a que surgieran ideas que me encantó. Se trataba de hacer una lista de me gusta y no me gusta. A mí me pone de buen humor cuando la releo.

Creo firmemente en el poder sanador de la escritura. Así que seas o no amante de escribir, llámale diario, llámale cuaderno de ideas o cuaderno de todo, como le llamaba Carmen Martín Gaite; prueba a hacer tu lista de me gusta, no me gusta. Compártela con tu pareja y amigos. Seguro que os abre la puerta a conversaciones de lo más interesantes. En este post, te traigo la mía.

Yo, antes de esto, (del regalo del ‘Cuaderno de todo’) ya había tenido en mi vida muchos
cuadernos al uso, como es de suponer. Pero tanto en mis etapas escolares como en las de
aprendiz de novelista, les había asignado siempre un menester específico a cada cual. Y la
diferencia estaba en que ahora, en éste, se me invitaba y daba permiso a meterlo todo
desordenado y revuelto, sin más contemplaciones ni derecho de primacía, según fuera
viniendo, como en esos cajones de los cuartos de jugar que no presentan más tope para
seguir admitiendo objetos que la circunstancia de estar ya llenos.

Carmen Martín Gaite

Me gusta, no me gusta

Me gusta el olor del café saliendo de la cafetera. Me gusta el tacto del pelo de Cala, suave. Me gusta meterme en la cama con sábanas limpias. Me gusta el roce de su pie frío, descalzo. Me gusta el color de sus ojos verdes con pinceladas de azul. Me gustan las canciones de Ziggy Alberts sonando en bucle. Me gusta el camino hasta nuestra nueva casa, viendo el mar. Me gusta aprender cosas nuevas, cada día. Me gusta terminar las series que tenemos empezadas. Me gusta el tacto de un libro entre mis manos. Me gusta cómo huelen mis calcetines, usados. Me gusta aceptar mis diferencias. Me gusta hacer ejercicios de matemáticas, y de química. Me gustan sus dedos recorriendo mi espalda. Me gusta el sonido de las teclas al escribir. Me gustan las listas de cosas por hacer. Me gusta tachar las cosas que voy haciendo. Me gusta el vino, tinto. Me gusta ver a Cala durmiendo. Me gusta el sonido de la risa de mi madre. Me gusta cómo me mira mi abuela, atenta, asombrada, mientras me escucha contar las historias de las últimas semanas. Me gusta su sillón, con la forma de su cuerpo. Me gusta alargar el pie en la cama, persiguiendo el filo, y llegar a notar su presencia. Me gusta la manta calentita en el cuerpo sin ropa. Me gusta el reflejo del sol en la cala de aguas turquesas. Me gustan los M&Ms marrones y los sugus azules. Me gusta el ajedrez azul y beige que compré el mes pasado en la tiendecita mona del centro. Me gustan las tormentas. Me gusta la lluvia fina mojándome al andar. Me gusta brindar mirando a los ojos. Me gustan los vuelos baratos. Me gustan los viajes por hacer. Me gustan los llonguets de camaiot. Me gusta el sushi. Me gusta el chocolate negro, fundiéndose en la boca. Me gusta cómo suena un susurro. Me gusta ver a alguien dibujar. Me gusta cómo suena una tiza decidida en la pizarra. Me gusta la brisa fresca de la mañana en los paseos por el puerto. Me gustan las flores. Me gustan los lápices nuevos. Me gusta la gente que viste diferente. Me gusta el surf. Me gusta mirar cómo las nubes van cambiando de forma. Me gusta formar palabras con las matrículas de los coches. Me gusta encontrarme con mi canción favorita en la radio. Me gustan los conciertos. Me gusta el momento en el que te quitas los tacones después de un día de fiesta. Me gusta el sol en la piel. Me gustan los abrazos largos. Me gustan los apretones de manos fuertes. Me gustan las personas inteligentes. Me gusta el olor y el tacto de mi nuevo exfoliante de chocolate. ¿He dicho ya que me gustan las listas?

No me gusta el tacto de las piedras puntiagudas de la cala de aguas turquesas que se clavan en mis pies todavía sin callo. No me gustan los hilos de las judías cocidas. No me gusta el hielo en el vino. No me gusta el helado de pitufo. No me gustan las juanolas. No me gusta la colada por tender. No me gusta el olor a humo dentro de un avión. No me gusta el frío gélido del cine en verano. No me gusta el reborde del calcetín en la planta o en la punta de los dedos del pie. No me gusta que me mientan. No me gustan las sonrisas fingidas. No me gustan las faltas de ortografía. No me gustan las algas al entrar en el mar, aunque sé que, si allí sobra alguien, soy yo y no ellas. No me gusta el exceso de futuro. No me gusta la gente que no te escucha. No me gusta mi letra. No me gusta la conexión débil al ver un partido de fútbol. No me gusta la gente que habla fuerte en el cine. No me gusta la soberbia. No me gustan los móviles en sonido con las notificaciones de los mensajes o los correos entrando. No me gustan las llamadas de los vendedores de internet, luz, gas o telefonía móvil. No me gustan los masajes en los pies. No me gustan las personas que se ríen de los demás. No me gusta el ruido que hace la gente al sorber sopa.

No me gusta el ahora sí, ahora no. Me gusta la sinceridad, el que te hablen mirando a los ojos. La intensidad de las primeras veces. Me gustan las cartas escritas a mano. Me gusta el fuego y observarlo hipnotizada. Me gusta el sonido de un violín, tocado por alguien que sabe. Me gusta el pan moreno. Me gusta el merengue, comido a bocados y lametazos, sin cucharas. Me gusta dar placer. Me gustan mis uñas pintadas. No me gustan mis pies. Me gusta el sonido de su voz, recién levantada.

See you soon and happy reading!

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